viernes, julio 27, 2007

Música

El esperado disco debut de CatalinaTom

Foto: Walter Brandimarte

El próximo 17 de agosto en el Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa, CatalinaTom presentará "Más del barro", su esperado disco de estudio que promete sorprender.
La formación que encabeza el cantante Juan Ignacio De Pian, con Mauricio Flores (guitarra), Nazareno Ribeiro (bajo) y Pablo Ardovino (batería) como compañeros de esta ruta de caminos llanos, logró plasmar en el disco debut su momento de madurez musical y personal, después de la experiencia recogida en los últimos años en diferentes escenarios de la ciudad y, sobre todo, Buenos Aires.
Es CD grabado en el estudio InterM de Santa Rosa, con la colaboración del reconocido ingeniero Ariel Malizzia, tendrá un sonido muy propio de la formación, en donde se fusionan zambas con guitarras eléctricas, percusiones y voces en falsete del propio De Pian que invitan a un viaje por demás placentero.
“El Vagoo”, “Salamanqueando”, “La dancera”, “Amargo dulzor”, “Milonga a Marga”, “El ciego más bizarro”, “El reflejo”, “El vago”, “Necesito una luna”, “Más del barro” entre otros, son temas que formarán parte del disco.
Las entradas se pondrán en venta la semana próxima y se conseguirán por $5. En el hall también se venderá el disco por $20.

viernes, julio 20, 2007

Semblanza

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miércoles, julio 18, 2007

Magna Jazz II

Un concierto impecable



Sábado 14 de julio de 2.007
Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa
Fotógrafo: Miguel Moreira

Fotos magna jazz

El padre de la criatura



Mariano Otero. Fotos: Cecilia Fernández.

martes, julio 17, 2007

Poema


Dicterios

Hijo de puta.
Forro.
Mogólico.
Mierda.
Pelotudo.
Boludo.
Forro.
Hijo de puta.
Eso es lo que soy
(para ella,
sólo para ella).
¿Lo pensará en serio?

Silamim

Poema


Silencio impredecible

Suena el teléfono y sueño
una vez más con mis propios sueños.
Pero estoy despierto.
Es una voz oscura, cargada de ira.
Y no me resisto a compartir mi dolor.
Voy a su encuentro,
a su largo encuentro,
aunque apenas sea una voz,
lejana.
Las almas penosas me rodean de un dolor que no puedo sostener.
Y de repente la voz se convierte en grito,
la dulzura es amarga como la tierra,
el agua se contamina de dolor y se expulsa en los ojos,
que le abren la puerta al vacío del dolor
(húmedo y mojado dolor)
luego confundido en un abrazo
profundamente violento.
Retumban los tambores,
y el ritmo es una orquesta infernal que asusta.
De repente todo se silencia
mientras la dama de negro parece mostrar su imagen invisible.
Pero ahí está la luz,
brillante luz,
para acariciarla a ella,
adn de mi adn;
río rojo de mi mismo río,
para inmacular la fusión
y espantar a Rasputín,
que se aleja solitario
en un silencio impredecible.
Tal vez para siempre.
Acaso para nunca más volver.

Silamim

Poema

¿Qué voy a hacer?

Son mis ojos que no ven
lo que deben ver.
Es mi corazón que late
sin saber por qué.
Es mi cuerpo el que se derrite
como hielo en el desierto.
Son mis piernas, la que ceden,
sin deber.
Son sus palabras,
malditas palabras,
que disparan las municiones más pesadas.
Como una guerra infinitamente insoportable.
Porque soy débil de alma.
Porque mi bondad me pertenecerá para siempre.
Sin ser el tirano que parezco ser.
“Si soy así,
¿qué voy a hacer?”

Silamim

miércoles, julio 11, 2007

Nota



NOTA DE TAPA/MARIANO OTERO

“Trato de hacer música honesta”


El contrabajista, líder de la formación que el sábado se presentará en el Aula Magna en la segunda edición de Magna Jazz, explicó que busca ser auténtico a la hora de expresarse sobre el escenario y, sobre todas las cosas, sentirse pleno con su interior y sus deseos.

Mariano Otero es simple. No parece el esposo de Florencia Peña contaminado por las mieles del estrellato al que muchos se pegan. Es un pibe de barrio crecido en Avellaneda, hijo de un músico y una psicóloga, que quiere tener su lugar en el mundo escribiendo y haciendo jazz. Pero un jazz que lo haga sentir completo en el escenario en donde pueda disparar esa entrega espiritual que todo músico tiene adentro.
“Es un abismo de diferencia entre ir a tocar a una fiesta o tocar la música que uno disfruta tocando. Ahí es donde realmente hay una entrega espiritual”, le dice Mariano a Kresta, a un par de días de actuar en la segunda edición de Magna Jazz con su orquesta de 13 músicos.
El contrabajista lidera este proyecto inusual para el género en un momento del jazz argentino que crece en silencio pero a pasos insospechados. Porque mucho se escuchaba del Mono Villegas, Walter Malosetti, Oscar Alemán y las grandes orquestas de jazz americano que desembarcaron en el país hasta los 80.
Después hubo otras historias. Solitarias por cierto. Y más acá en el tiempo, las apuestas solitarias sostenidas en bares exclusivos, acompañadas de una carga de perseverancia que ha cosechado muy buenos hijos. “Lo que está pasando es real. Hay cantidad de grupos tocando como Escalandrum, Rodrigo Domínguez, Ramiro Flores, Mariano Loiácono... No había gente escribiendo música buena a la altura de tocar en cualquier festival, inclusive de Europa” cuenta Otero, con tres discos como protagonista central: “A través” (Bau Récords 2003), “D.Forma” (S-Jazz, 2004) y “Tres” (S-Music Récords, 2006).
La orquesta funciona con los pulmones de cada uno, no solamente los que ejecutan los vientos. Porque, como dice el líder, todos “reman” en este barco gigante de la Argentina de principios de milenio.
“Acá nadie puede pagar los ensayos y laburamos porque nos gusta la música. En los shows trato de que los músicos tengan las mejores condiciones que se puedan conseguir para que el esfuerzo esté recompensado, porque todos empujamos para el mismo lado. Tal vez tengamos una mentalidad cooperativista. Hay determinadas orquestas en donde un tipo las banca, pero acá no es así. Tengo otra formación como quinteto o sexteto, además de la orquesta, y al que le interesa el proyecto se suma. Más allá de que es nuestro medio de vida, no lo tomamos exclusivamente como un trabajo, disfrutamos haciendo la música que nos gusta. Por ahí tocamos en fiestas, en lugares donde nos llaman, pero no es lo mismo”.

- Hay una diferencia que debés notar con la orquesta a la hora de expresarse en el escenario.
- Es un abismo de diferencia entre ir a tocar a una fiesta o tocar la música que uno disfruta tocando. Ahí es donde realmente hay una entrega espiritual, por eso lo que queremos hacer cuando tocamos puntualmente la música que nos gusta, es tratar de elevarla y llevarla al extremo musical que se pueda.

- Formar parte de un proyecto de orquesta, donde aún las grandes orquestas dentro del género están emparentadas con el jazz tradicional, ¿qué repercusiones te ha traído?
- La repercusión en Buenos Aires está a la vista. Tuve como un montón de evoluciones en el trabajo, el Premio Clarín, la nominación a los Gardel, vendimos 2500 discos, llevamos 13 lunes en la Trastienda llena, participamos en el concierto de Dave Holland y está comprobado que la orquesta funcionó. Eso, para mí que soy el líder del proyecto, es muy importante. Cada paso que damos es como que hay una expectativa muy grande. Me llegan mails a la página todos los días, de los shows, de cómo la pasaron. Eso está bueno.

- ¿Sospechabas que iba a poder funcionar como ha funcionado?
- Por un lado sabía que iba a funcionar en el aspecto humano, porque conozco a los chicos, todos nos conocemos más allá de que cambiaron algunos músicos. Los que se fueron significaron mucho y los que están ahora también representan mucho para la orquesta. La cuestión pasaba por saber cuán rápido podían decodificar la música que yo tenía en la cabeza. Y también para que a los chicos se les hiciera placentero. Escribir la música, se escribe, lo hacés y ya, lo difícil es juntarla. Yo no voy a desprenderme del ojo por lo que digan lo demás. Soy eso, lo que suena en “Tres”, el disco de la orquesta, y soy el disco que estoy por grabar ahora.

- Hay una influencia muy marcada en el sonido de la orquesta emparentada con el sonido de Charles Mingus en sus grandes formaciones. ¿Lo buscaste?
- Admiro muchísimo a Mingus, tanto musicalmente como política y filosóficamente. Pero también he escuchado a Dave Holland, Stravinsky, Miles Davis, Led Zeppelin, Jimi Hendrix... La referencia a Mingus es muy clara desde algunos puntos de vista, me gusta la música desprolija, que tiene ruido, que no está hecha con un objetivo de aprobación, me interesa la música honesta y es lo que trato de hacer.

- ¿Sos consciente que desde la aparición de proyectos individuales, fusionados con el tiempo y sobre todas las cosas con la perseverancia de insistir con una propuesta auténtica, se ha logrado alcanzar una identidad que el jazz argentino no tenía?
- Jazz argentino, eh, no sé... En realidad en mi cabeza no tengo la pretensión o el deseo de hacer jazz argentino, tengo la intención de ser expresivo, escribir y tocar un instrumento. Tengo el bagaje de los que nacimos en Argentina, soy de Avellaneda, mi papá es músico, mamá psicóloga y eso arma algo de lo que tiene que ver con mi identidad. Yo trato de ser un artista honesto y escribir la música que me identifique y me haga sentir pleno espiritual e intelectualmente, que me mantenga vivo. No le busco una conexión con lo argentino, sino con mi interior y mis deseos.

- Muchos no quieren escuchar o ver lo que hicieron en el pasado. ¿Te gusta lo que pasó con A Través o D.Forma?
- Yo soy muy movedizo. Estoy por grabar un disco nuevo con la orquesta, el quinteto o sexteto es música mía y lo que hice me gusta mucho. Si me preguntás cómo sería esta música más adelante no lo sé, por lo pronto yo me veo continuando en el camino de investigar en la composición, cada vez de manera más profunda. Me interesa desprenderme de las cosas, porque me hace crecer, uno o dos discos por año me hace bien. Avanzo sobre mí. Creo que voy a hacer lo mismo pero evolucionado, como intento que sea el nuevo disco del anterior. Cuando miro para atrás siento paz, porque hice las cosas con honestidad. Nunca me tiré a chanta y eso me hace bien.

- ¿Cómo te llevás con la docencia? ¿Ves interés de muchos chicos por conocer el género?
- En mi experiencia dando clases en estos últimos años vi muchísima gente. En la orquesta tengo un músico que fue alumno mío. En el quinteto también, hay un músico increíble al que conocí dando clases. Y yo también fui alumno de tipos con los que toco. Se está agitando mucho en los últimos años y me parece que lo que está pasando es real. Hay cantidad de grupos tocando como Escalandrum, Rodrigo Domínguez, Ramiro Flores, Mariano Loiácono, Oscar Giunta, Javier Malosetti, lo que pasa es real. No había gente escribiendo música buena a la altura de tocar en cualquier festival, inclusive de Europa. Me parece que esto va a trascender las fronteras de lo estilístico.

- Pero da la sensación de que aún hoy hay chicos que prefieren aprender un par de acordes de guitarra y formar su banda de rock.
- Yo me crié escuchando rock. Pero probablemente el profe le enseñe la canción de esa manera porque también necesita ganarse el mango y el pibe está identificado con un fenómeno social. La juventud quiere ser famosa, comprarse un instrumento y ser famoso. O tener buena ropa para estar en el Pepsi. Me parece más revolucionario y moderno la música que tiene que ver con jazz o rock, a aquella música hecha para generar un éxito y llenarse de guita. Pero hay mucha juventud entendiendo lo que estamos haciendo, hay otra búsqueda y una libertad o expresividad que tal vez no la encuentren en otro género.

- De todos modos el jazz no tiene un lugar en la preferencia de las discográficas. ¿Cómo se puede luchar contra eso?
- Mi primer disco lo grabé con BAU Récords, después grabé por la EMI gracias a que grabé un disco de manera independiente. El momento más importante tal vez no fue ese, por ahí lo bueno fue conocernos con Adrián (Iaies) y Alejandro Varela. El disco más importante que hice fue Tres, con S-Music. Pero no podría haber llegado a eso sin haber grabado de manera independiente. De todos modos el músico de jazz vive de tocar y dar clases. La suma de hacer diez shows, trabajar en dos lados distintos y ocupar tu tiempo así, hace que seas un changuero calificado: cuando más changas hacés, mejor te va.