martes, julio 17, 2007

Poema


Silencio impredecible

Suena el teléfono y sueño
una vez más con mis propios sueños.
Pero estoy despierto.
Es una voz oscura, cargada de ira.
Y no me resisto a compartir mi dolor.
Voy a su encuentro,
a su largo encuentro,
aunque apenas sea una voz,
lejana.
Las almas penosas me rodean de un dolor que no puedo sostener.
Y de repente la voz se convierte en grito,
la dulzura es amarga como la tierra,
el agua se contamina de dolor y se expulsa en los ojos,
que le abren la puerta al vacío del dolor
(húmedo y mojado dolor)
luego confundido en un abrazo
profundamente violento.
Retumban los tambores,
y el ritmo es una orquesta infernal que asusta.
De repente todo se silencia
mientras la dama de negro parece mostrar su imagen invisible.
Pero ahí está la luz,
brillante luz,
para acariciarla a ella,
adn de mi adn;
río rojo de mi mismo río,
para inmacular la fusión
y espantar a Rasputín,
que se aleja solitario
en un silencio impredecible.
Tal vez para siempre.
Acaso para nunca más volver.

Silamim

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