Felicidad maldita
Ya el vino está derramado
en los felices cuerpos adornados
de turrones, garrapiñadas y panes dulces.
Ya la sidra está burbujeantemente fresca
en los felices corazones engañados
de luces multicolores y explosiones caseras.
El calendario ya tiene otras hojas,
nuevas.
El calendario no tiene respiro,
nunca.
En los cuerpos desalmados
no existe el festejo.
La partida y la llegada sobrevuelan
y golpean sin aviso,
como habitantes imperceptibles.
Son las almas penosas
de los hospitales desiertos,
ahí donde el olor a muerte asoma;
ahí donde la gracia se silencia;
ahí donde las voces son caricias del adiós.
Para ellos,
los habitantes de las camas del pueblo,
sólo hay dolor,
nada más que eso.
No hay horas ni días
apenas espera.
Afuera, la maldita felicidad
camina por las calles
y sonríe a carcajadas.
Silamim
lunes, enero 01, 2007
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