Huracán animal
Cumbianderamente estoy
bajo el humo sordo,
navegando en un mar de alcohol.
La baja sucia edad me mira
amenazantemente furiosa.
Y a un metro, un ojo que revienta ensangrentadamente.
"Piñas van, piñas vienen
hay cumbieros que se mueven".
Mientras, las almas se hipotecan,
los brazos se entumecen,
los hígados se parten,
y la cabeza se contorsiona
en un huracán de instinto animal.
¡Gong!
Es el final.
Y los brazos homogéneos se hacen cuatro.
Hay vencedores y vencidos.
Pero no importa.
El dolor se interioriza solitariamente cuando los segundos se multiplican.
Lastima el intento.
Pero ellos prefieren morir en eso,
a cambio de un peso que será invertido en cerveza.
Yo, como fisgón del acto, prefiero agua.
Silamim
jueves, noviembre 16, 2006
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